Ha participado en guerras que van desde Vietnam hasta
Afganistán.Y seguirá volando hasta 2044. Pero ¿podrá este gigante de los 1950
sobrevivir la era de los drones y los aviones furtivos?
Estamos bajo un calor sofocante en el verano de Louisiana.
El asfalto de la pista de Barksdale parece carbón ardiente.
Un grupo de jóvenes mecánicos, exhaustos y sudando, se
refugian bajo la sombra del vientre descomunal de un maltratado avión
cazabombardero.
El vientre está abierto. La pintura de batalla bajo las alas
se está descascarando y ha quedado expuesto el color amarillento de la primera
mano de pintura.
Su nombre es "Cajun Fear" (Temor Cajún), y está
pintado en la nariz con un caimán gruñón.
Estacionado junto a él están el "Grim Reaper",
"Apocalypse", "Global Warrior", y el "Devil's
Own", el orgullo del escuadrón de bombarderos llamado ""Red
Devils" (Diablos Rojos).
Lo llaman "the Buff", (el Musculoso), las cifras
en inglés de "Big Ugly Fat" (Grande Feo Gordo).
El cazabombardero fue construido en 1960, el año en que John
F. Kennedy ganó las elecciones presidenciales de EE.UU., la película Psycho fue
estrenada y la Unión Soviética envió con dos perros al espacio exitosamente.
Dos años más tarde, en 1962, en una fábrica en Wichita, la
última versión que se construyó del bombardero nuclear B-52 encendió sus ocho
motores para desempeñar su papel en la Crisis de Misiles de Cuba.
Hoy, más de medio siglo después, tras la guerra de Vietnam,
dos guerras en Irak y la de Afganistán, el abuelo de la Fuerza Aérea de EE.UU.
está mostrando sus cicatrices de batalla.
Los pilotos bromean que si lo vuelas de cabeza "pueden
caer huesos de pollo de Saigón".
Pero estos ancianos todavía patrullan orgullosos los cielos
de Estados Unidos. Cuando este país quiere entregar un mensaje manda al B-52.
En noviembre, para la furia de Pekín, dos cazabombarderos
B-52 volaron cerca de las disputadas islas en el Mar de China Meridional.
Estados Unidos ha puesto tal fe en estas máquinas históricas
que las mantendrá patrullando los cielos hasta 2044, cuando estén bien entradas
en sus 80 años.
En la era de los drones, los aviones furtivos y la
ciberguerra, un monstruo avejentado que fue diseñado en una servilleta tres
años después de la Segunda Guerra Mundial, todavía siembra temores en el
enemigo.
"Este avión es la icónica máquina de batalla de la
Fuerza Aérea de EE.UU.", dice el coronel Keith Schultz, vicecomandante de
ala que ha pilotado B-52 durante más de 30 años.
"Cuando cargamos estas armas, el mundo presta atención.
Siempre es el primer avión que llega al lugar cuando hay un conflicto. Tocamos
a la puerta y después dejamos pasar a los otros aviones para que hagan su
trabajo".
"Tocar a la puerta" con un avión de este tamaño,
de 48,5 m de largo y con una envergadura de 56,4 metros, es trabajo de un
equipo formado por cinco miembros.
El capitán Ryan Allen, oficial de sistemas de armas se
sienta en la oscuridad de la parte inferior, donde no hay ventanas, para
dirigir y lanzar las bombas.
"Piensa en el enorme poder político que tiene este
avión", dice. "Cuando un F-16 aparece en tu país, eso es grande. Pero
cuando un B-52 se presenta... todos empiezan a comportarse de otra forma".
Escuchamos un rugido y miramos hacia arriba. Un ave oscura
vuela amenazadora sobre nosotros bloqueando la luz del sol.
El cielo se cubre de nubes de humo de sus ocho motores y nos
vibran los oidos con el sonido tan distintivo. No sólo retumba, es casi como un
grito procedente de los turborreactores.
"Es el sonido de la libertad", como dice Schultz.
Puede volar a 1.046 km/h a hasta 15.200 metros de altura
(los aviones comerciales vuelan a unos 10.000 metros. Y la carga colosal de
22.670 kilos incluye cientos de bombas convencionales y 32 misiles de crucero.
Puede recargar combustible en el aire, lo que le proporciona
un alcance de ataque potencialmente ilimitado.
Esto creó un "frente nuclear" para Estados Unidos
durante la Guerra Fría.
"Creo que los ingenieros que lo diseñaron en una
servilleta en Ohio aquella noche, sabían que tenían una estructura que iba a
durar lo necesario", dice Schultz.
"Y era una era en lo que no había computadoras. Estamos
hablando de reglas de cálculo".
"Lo construyeron con enorme durabilidad para soportar
los despegues y la turbulencia".
Pero internamente, con el paso de los años, ha sido
actualizada con computadoras y sistemas de navegación interna de GPS/INS.
A través de los años el "Buff" ha sido adaptado
para transportar casi cualquier arma del arsenal de EE.UU., incluidos los
misiles de cruceros guiados con láser.
A medida que la tecnología del enemigo ha avanzado, también
han cambiado las herramientas de defensa y camuflaje empleadas por el oficial
de sistermas de combate electrónicos.
Se sienta en la parte superior, mirando hacia atrás y donde
no hay ventanas. Él o ella utiliza el llamado jamming (señales externas en las
frecuencias para enmascarar los objetivos) y ayudar al B-52 a esquivar los
misiles antiaéreos y aviones de combate.
Sin embargo, aunque es enorme en el exterior, su oscuro
interior es poco espacioso y la tripulación se sienta hombro con hombro con
poca privacidad.
No es un avión diseñado para transportar gente. Fue creado
para transportar bombas.
Y tampoco es cómodo, dice el coronel Warren Ward, veterano
piloto del Buff durante la Operación Tormenta del Desierto.
"Entras a él y es muy caluroso. Comienzas a sudar en el
cojín de tu asiente", explica.
"Pero después cuando asciendes te congelas y con la
ropa mojada por el sudor, empiezas a temblar...".
Si es tan incómodo para viajar, ¿es placentero volarlo?
"Olídate de eso", dice Ward. "Es un asco
volarlo. Es un camión de basura. Yo lo comparo a arrear búfalos".
"No es ágil. Pero aprendes a respetarlo".
Desde este rincón adormilado de Louisiana, Ward tomó parte
de uno de los bombardeos más devastadores y largos del siglo XX.
Junto con otros 56 tripulantes, entraron a siete
bombarderos. El de Ward fue el Grim Reaper, que tenía una pintura de Bugs Bunny
en la nariz.
Y volaron 22.500 km hacia Bagdad para lanzar una ola de
misiles de crucero que destruyeron las defensas aéreas de Saddam Hussein.
Un día y medio después aterrizaron, sin que sus neumáticos
hubieran tocado una pista en 35 horas.
"Puedo despertar aquí en mi propia casa, despegar y
volar hacia el otro lado del mundo, regresar a mi casa y dormir en mi propia
cama. Es un concepto muy extraño en toda la historia de la guerra", dice
Ward.
Para los pilotos es esencial el apoyo de sus camaradas.
"Aquí no se trata de tener la mentalidad de un piloto
de combate de que eres invencible y que puedes hacer todo solo", dice
Allen.
"Te ves forzado a cooperar. No cambiaría esta
camaredería por nada en el mundo".
"Cuando estamos lanzando bombas en el campo de
entrenamiento siempre hay ovaciones".
"Por lo general competimos para ver quién lanza la
bomba más precisa. El que pierde compra las cervezas. Es increíble".
Este orgullo y afecto por el amado Buff trasciendetodas las
jerarquías en Barksdale.
Y nadie descuida sus deberes. Todos analizan e inspeccionan
casa detalle de la nave.
En esta era de aparatos inteligentes que se rompen y no
pueden repararse, la extraordinaria fortaleza de un bombardero mecánico de los
1950 -y la mentalidad de "no deseches, recicla" de la Fuerza Aérea-
son casi reconfortantes.
Pero no hay que olvidar la destrucción que este avión ha
provocado. Vista desde la tierra, la historia del B-52 es muy diferente.
Su futuro incluye un sistema mejorado de armamento, mejores
enlaces de datos para comunicaciones, y un cambio de motor para que la nave
consuma menos combustible.
Pero para la tripulación que vuela este avión, siempre
seguirá siendo el Buff. Ninguna tecnología puede reemplazar lo que lo ha hecho
tan especia, como explica Allen.
"Estoy sentado en un jet que probablemente voló al
centro de Hanoi en los 1960, or disparó misiles de crucero en Irak en los
1990".
"Mis hijos y mis nietos podrán volarlo. Esto es algo
increíble. Es extraordinario".
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